viernes, 6 de julio de 2012

Cuarto Capítulo {Búsqueda de Sentimientos}


Bueno, pasaron unos días y a pesar de que Ran no haya vuelto a hablar con Shiho, si le había quedado algo claro sobre ella: No era una persona mala del todo.

El relato de Shiho fue rápido. Shiho había tenido un novio en primer año de preparatoria, al cual quería mucho, y éste estaba en primer año de universidad. Un día discutieron, justamente coincidía en el cumpleaños de Shiho, y la razón del enojo fue porque su novio no iba a ir a su fiesta, excusándose diciendo que debía ir a trabajar, cuando el verdadero motivo era que él estaba trabajando para darle una joya muy cara a Shiho. En su discusión telefónica, el novio de Shiho, llamado Mitsukuni, iba conduciendo en su moto, y cuando se distrajo un poco, él ya estaba volando por los aires, pues un camión lo había arrollado.

Ese día, Shiho llegó al hospital muy preocupada, y casi en un colapso nervioso. El joven que lo llevó al hospital, le dijo que él iba hablando por teléfono, mientras conducía, y que junto a otro descuidado conductor, había provocado el accidente. El joven le dio a Shiho una cajita muy elegante forrado en terciopelo dorado, que traía un brazalete que tenía marcado: “Mi ángel” Eso provocó finalmente el colapso de nervios en Shiho, pues, según ella misma, ella fue la culpable del accidente de su amado novio Mitsukuni, y pocos días después, su muerte.

Esa historia fue trágica, e incluso Ran que era completamente una extraña para ambos se conmovió hasta el punto de que sus ojos se empapasen de lágrimas. Ran comprendió que Shiho solo quería a una persona que estuviese siempre con ella, pero… ¿por qué Shinichi? ¿Por qué…?

-Oye Ran, ¿supiste la última?- le preguntó Kazuha, sacándola abruptamente de sus pensamientos. Ella se mostraba bastante excitada con lo que le quería decir a Ran, y le llamaba la atención.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Ran ingenuamente, como siempre.

-Mi primito me ha confesado que se sentía algo atraído a Aoko, pero resulta que Makoto también anda a la siga de ella, y aunque Kaito no lo quiera admitir, también está atraído hacia Aoko.

-¿Aoko, enserio?- exclamó Ran sorprendida. –Wow… quién lo diría, bueno… Aoko es muy linda.

-Si, pero… ¿quién crees que se vaya a quedar con ella?- preguntó Kazuha, bastante intrigada.

-¿De quién hablan chicas?- preguntaron Aoko y Sonoko a la vez, quienes cargaban sus almuerzos delante de ellas.

-¡De nadie!- exclamaron Ran y Kazuha, y al instante llegó Hakuba, junto a Shinichi y Shiho.

-¿Qué hacen chicas?- preguntó Kudo, sentándose a un lado de Ran.

-Nada, solo discutíamos los planes para…

-¿Para…?

-Para ir al centro de diversiones de Osaka.- finalizó Kazuha, ayudándole a Ran para contestar.

-Exacto, hace mucho tiempo no vamos y encima Heiji tiene familiares allí, ¿No? Podríamos pedirle que nos den alojamiento y nosotros les pagamos.

-Ran… ¡es una excelente idea!- exclamó Shinichi.

El grupo de amigos estaba discutiendo sus planes que podrían realizar un día, bastante acalorados todos. Mientras que Kaito había faltado ese día a la escuela por un control médico, y Heiji estaba haciendo el aseo en su salón de clases. Makoto estaba dando las clases de Karate, que antes era papel de Ran, pero… hace unos dos meses atrás más o menos, ella le había dado la tutoría de una forma pacífica y sin rencor, pues iba a preocuparse de otras cosas.

A la hora de salir, Heiji y Aoko se encontraron en la salida, y ambos se fueron juntos hasta sus casas, pues quedaban en frente una de la otra. Entonces llegó Hakuba, quien estaba bastante agitado luego de correr detrás de ellos por toda la preparatoria. Heiji le miró sorprendido mientras que Aoko le sonreía de una forma dulce.

-¡Chicos! ¿Me puedo ir con ustedes?- preguntó de una forma bastante susceptible.

-Seguro…- les respondieron ambos chicos.

El trio se quedó hablando por un largo rato, y Saguru parecía llevarse de maravillas con Aoko, lo que fue bastante obvio como para hacer que Heiji decidiera tomar otro camino, y dejar a la futura feliz pareja solos. Ni uno de los dos se había dado cuenta hasta haber llegado al hogar de Aoko, donde se despedirían al fin.

-Bueno, creo que hasta aquí ha llegado nuestro viaje juntos.- recitó Aoko, algo sonrojada, a un lado de la puerta de su departamento.

-Eso creo…- dijo Saguru, algo nervioso.

-Bueno, nos vemos.- dijo Aoko, abriendo la puerta de su casa, pero fue en ese momento en que Saguru la detuvo, lo que provocó que Aoko le mirara extrañada.

-Me gustas.- le dijo Saguru a Aoko, sorprendiéndola, pues nunca nadie le había dicho en toda su vida, y todo esto era nuevo para ella.

El momento era perfecto para un beso entre ambos, igual como una película de amor, pero el padre de Aoko, quien estaba ebrio, abrió la puerta, y los sorprendió a ambos en una escena donde muy bien concordaba con el dicho: “tres son multitud” Puede que él haya estado ebrio, como de costumbre, pero no estaba lo suficientemente ebrio como para notar que ese nuevo chico quería aprovecharse de la inocencia de su hija. Inmediatamente, él le ordenó a Saguru que se fuera de allí, apunto de sacar la “supuesta escopeta” pero entonces Hakuba se fue de inmediato, despidiéndose rápido de Aoko.

Al día siguiente, una situación similar había sucedido, tanto como en irse con ella y Heiji a casa, perderlo en el camino, llegar al departamento de Aoko, y confesarle su amor, solo que esa vez fue con alguien distinto, Makoto Kyogoku, y el desenlace no fue el mismo, pues, cuando estaban nariz con nariz, el padre de Aoko interrumpió la escena y mandó a volar al joven moreno que quería robarle la inocencia de su hija.
La situación era extraña, ¿por qué ambos chicos se habían declarado a ella? Aoko reflexionó, pero siempre pensó que a Makoto le gustaba Sonoko y que a Hakuba le gustaba otra chica, a pesar de no conocerla. Pero bueno… el mundo sorprendía a veces con sus situaciones irónicas.

Sin embargo, lo que Aoko jamás pensó fue que al día siguiente seguirían las sorpresas, pero no con los otros dos chicos, sino más bien con Kaito, y no una declaración de amor del todo. Ese día, Aoko había ido un poco más linda que los otros días, y es que se había planchado el cabello y usado un poco de delineador, y entonces entró al salón, se sentó en su puesto junto a Heiji, y luego de haber ido a saludar a Kazuha, entró Kaito en un estado de cólera inmenso, buscando a una sola persona: Aoko Nakamori.

Kaito la arrastró fuera del salón de clases, y Aoko no entendía nada de lo que sucedía, así que estaba algo asustada, pues era la primera vez que veía a Kaito tan enfadado. Se detuvieron hasta el cuarto de limpieza, que era lo suficientemente pequeño como para que Aoko sintiera la respiración de Kaito a un palmo de distancia.

-¿Qué sucede?- preguntó Aoko ingenuamente, mirando a Kaito muy confundida.

-No te hagas la tonta, que sabes bien lo que pasó.- dijo Kaito. –Hakuba y Kyogoku están enamorados de ti, hace poco me enteré que ambos intentaron besarte y encima se te declararon, y tú… ¡no hiciste nada!

-¿Y qué se suponía que debía hacer? ¿Acaso debía espantarlos y decirles que yo quería a otra persona?

-Oh… así que encima estás enamorada de otra persona. ¡Muy bien Aoko! Cada vez me sorprendes más. La chica más dulce e ingenua de la preparatoria es una rompe corazones, seductora y claro… ¡un personaje que se cree Shota, que desata en los chicos mucho Moé! (P.D: Shota es un personaje tierno, que enamora a muchas chicas y chicos por sus encantos de niña pequeña. Y moé es casi lo mismo, solo que desata el incontrolable deseo de atracción y la protección de éste personaje)

-Tú no entiendes nada, Kaito… déjame en paz.- le pidió ella, ya incómoda con la situación que se vivía, y por un lado, triste de que Kaito la considerase por poco una cualquiera.

-Entonces explícame.- le exigió él, enrollando sus brazos a la altura de su pecho, muy serio.

-Tú deberías darte cuenta por ti solo, Kaito, si rechacé a todos los chicos, fue por una razón, y tú lo deberás averiguar.- y así concluyó su conversación, donde Aoko ahora era la enojada, y Kaito el arrepentido y a la vez, confundido, pues ahora debía averiguar la razón de por qué Aoko los rechazó a ambos.

Bueno, mientras Aoko y Kaito se peleaban como el perro y el gato, literalmente, otra persona había conocido a cierta persona muy interesante. Parecía haber sido el 7 de diciembre, cuando Ran yacía hablando con Sonoko en el pasillo, cuando de repente tropezó con alguien que al parecer estaba muy agitado sosteniendo unos cuantos libros. Cuando Ran pudo verle la cara al causante de su caída, sintió como chispas volaban en el lugar. El hombre, parecía no tener más allá de los 23 años, y al parecer era un profesor aprendiz.

-Lo lamento, ¿te encuentras bien?- fue lo primero que le preguntó el joven, mientras ayudaba a Ran para levantarse.

-Si, no te preocupes. ¿Cómo te llamas?- le preguntó Ran como toda una niña pequeña que quería un poco de adrenalina y aventura en su vida, con una sonrisa amigable en su rostro.

-Me llamo Araide Tomoaki y soy el nuevo profesor de historia y geografía de la preparatoria. Así que te pediría que por favor me tratases de usted, como los demás alumnos. Sin embargo, puedes contar conmigo para cualquier cosa.

-Oh…-  exclamó sonrojada. –Gracias, y perdón. Yo me llamo Ran Mouri, y me debo ir. Con permiso.- Ran no tenía prisa en realidad, era solo que la vergüenza de haber tuteado al nuevo profesor de una materia tan aburrida, le había provocado sentirse como una estúpida.

-No te preocupes, y nos vemos en clases, señorita Mouri. Cuenta conmigo si necesitas ayuda de cualquier tipo.- le dijo sonriendo, y así, se marchaba con bastante prisa.

-Wow Ran… si que te dejó loca…- se incluyó Sonoko, luego de un largo rato sin haber notado su presencia.

-Es que él… wow… es muy guapo.

-Podrías conquistarlo, eso también te serviría para olvidar de una vez por todas a Shinichi.

-¿A quién?- preguntó Ran aún atontada.

-Así me gusta amiga.- exclamó Sonoko entre risas, y feliz, pues tenía un buen presentimiento de este nuevo profesor.

Era un 11 de diciembre cuando Kazuha y Heiji fueron citados por sus padres para hablar un tema “muy importante” que por sobre todo, los incluía a ambos. Cuando ambos muchachos llegaron hasta la azotea del edificio de donde los habían citado, se saludaron formalmente, mientras que de a poco una confortante conversación se apoderaba de la atmosfera. Kazuha no tenía idea de por qué habían sido citados, mientras que Heiji si sospechaba de algo, pero esperaba con ansias que no fuera lo que él estaba pensando.

Pero fue entonces cuando los padres de ambos llegaron de una forma muy fría. Solo tres palabras salieron de la boca de Heiji: “Se van a casar” y antes de que uno de los dos haya podido decir algo en su defensa, ambos padres ya se habían marchado y dejado encerrados allí en la azotea. Al menos había un gran banquete, pensó Kazuha, que moría de hambre pues no había comido nada desde su almuerzo del día de ayer.

-Esto es inconcebible, ¿cómo es eso que de repente deciden que nos tenemos que casar?- se preguntaba Heiji en voz alta, ignorando por completo a Kazuha, mientras daba vueltas una y otra vez frente a ésta, en una postura bastante confundida e irritada.

Kazuha pensaba decir algo, pero le daba miedo la actitud de Heiji, así que prefirió guardarse cualquier opinión para sí misma.

-¿Y tú qué Kazuha? ¿Estás de acuerdo con este matrimonio arreglado?

-Yo solo debo hacer lo que mi padre ordene.- dijo Kazuha, en un tono servicial.

-Pero, tú… yo…

-Hagamos un trato.- Kazuha se levantó de la silla donde estaba sentada, y miró firme a Heiji, quien le miraba atento. –Digámosles a nuestros padres que nos den de plazo un año, si nos enamoramos, entonces nos casamos, y si no…

-Haremos cualquier cosa para ellos, excepto casarnos.

-¿Es un trato?- preguntó Kazuha, elevando su mano para hacer el trato.

-Es un trato.

Ambos chicos no sabían realmente lo que implicaba casarse, pero de cierta forma, había un dejo de felicidad en ambos. Heiji por un lado estaba molesto, pero no por el hecho que deba casarse con Kazuha, sino más bien por el hecho que lo hayan tenido que obligar a ello. Y Kazuha estaba tranquila, ella siempre obedeció a su padre, así que era incapaz de decir o sentir como si le molestara o le agrada el acuerdo que ambos padres habían hecho para sus hijos. Kazuha pensaba que Heiji no recordaba que en el pre escolar eran muy buenos amigos, pero de un día para otro, todo había cambiado entre ellos. Heiji también pensaba lo mismo que Kazuha, y él tampoco entendía por qué su amistad se había terminado más rápido de lo que cantaba un gallo, y no importaba cuánto forzara su mente para recordarlo, él no lo lograba.

-Quizá no es el momento más adecuado para decirlo, pero… me alegra que volvamos a pasar tiempo juntos como lo era antes de terminar nuestra amistad.- dijo Kazuha sonriendo muy alegre.

Algo en el interior de Heiji le hizo derretir su cubierta de orgullo, y sentir algo más que un simple momento agradable con Kazuha, no, él estaba sintiendo algo por ella, pero era demasiado rápido para ello, y aunque habían un montón de cosas que Heiji quería decir pero él mismo reprimía, solo fue capaz de decir. –Gracias… - y aunque fue bastante simple, hizo muy a felices a ambos, que aún tenían mucho por vivir en ese año, y hacía a sus vidas depender de un hilo con los sentimientos que ellos sintiesen a partir de ese momento.