-Ran, espera por favor.- le rogaba Shinichi, muy triste.
-No quiero verte Kudo, quiero que te vayas.- le gritaba
Ran, desde el baño de mujeres.
La historia había empezado así: Ran, literalmente, se
derrumbó en cuanto vio a Shiho con Shinichi en el mismo restaurante que ella,
cuando le había dicho que estaría lo suficientemente ocupado como para cancelar
la típica cita que tenían los jueves desde que ambos tenían 12 años. Shinichi había
roto la tradición, y con ello, el corazón de Ran.
En cuanto Shinichi se había dado cuenta de la presencia
de Ran en el mismo restaurante que él, no dudó en ir corriendo tras ella,
porque sabía que podía causar una escena ahí mismo. Ran corrió al baño, y se
encerró ahí sola, aprovechando para poder llorar en paz. Pero Shinichi no
dejaba de rogar que saliera de ahí dentro, para aclararle la situación.
-Por favor Ran.
-¡Rompiste la tradición, rompiste la tradición!- gritaba
ella incesablemente.
-Ran…- susurró él, muy triste, sintiéndose muy mal por
haberle causado tanto mal a la que se suponía que era su mejor amiga.
-Vete de aquí, Kudo.- apareció finalmente Kuroba, en una
postura defensiva. –Ya viste ya que no haces falta aquí. Vete.- le volvió a repetir,
cortantemente.
Shinichi naturalmente, no hubiese permitido que alguien
lo hubiese tratado así, sobre todo si se trataba de Kaito Kuroba, pero esta
vez, él era el culpable. Había herido a su mejor amiga, y se sentía de lo peor.
Shinichi miró por última vez de reojo la puerta del baño, y tomó de la mano a
Shiho, saliendo del restaurante.
Mientras que Ran seguía llorando desconsoladamente, veía
a través de una pequeña ventana a Shinichi y a Shiho, saliendo del restaurante,
tomados de la mano. Esa fue la gota que rebalsaba el vaso. ¿De qué había
servido esperar tanto tiempo por él, si en verdad él nunca la querría? Se
sentía horrible, no simplemente por el hecho de que estuviese con otra mujer,
sino más bien por el hecho que le haya mentido.
Horas más tarde, Ran y Kazuha habían ido a la casa de la
última a quedarse hasta mañana. Kaito se había quedado con ella bastante rato,
pero decidió volver a casa para que pudiese pensar mejor las cosas. Se había
portado excelente con ella. Heiji, a pesar de ser el mejor amigo de Shinichi,
le había decepcionado el hecho de que le haya mentido a su buena amiga Ran,
pero suponía que esa pelea no podía durar por mucho, así que también se fue al
rato después con su padre.
Kazuha y Ran ya estaban en pijama, comiendo pizza,
pasando las penas juntas, viendo TV. Kazuha había sido incondicional con ella,
y no estaba dispuesta a dejar a su amiga sola en ese estado.
-Ese Shinichi, me las pagará…- resoplaba Kazuha, amarga.
-Ya no me importa. Que haga lo que quiera.- respondió
ella, sin sentimiento alguno. Llamándole la atención a Kazuha.
-Wow… debió haberte decepcionado mucho como para que no
te importe lo que te pase con él. Si antes te desvelabas por saber como
estaba.- decía Kazuha, incómoda por la situación.
-Si, lo hizo.- repuso Ran. –Pero si él quiere estar con
ella, que lo esté. Ya no quiero sufrir más por ese chico.
-Ran…- le miraba Kazuha, desolada.
-Es la verdad, Kazuha.- contestó ella, dándole la espalda
a Kazuha, para esconder su profundo dolor. El profundo dolor de saber que las
cosas entre ella y Shinichi estaban cambiando.
Al día después en la secundaria, Ran no se había
molestado en ir a buscar a Shinichi, sentía que podía estar muy arrastrada con
alguien que no lo merecía. Había pasado la mayoría del día con Kaito, quien se
había encargado de hacerla reír por bastante rato. Ella sabía los sentimientos
de él hacia ella, sin embargo, las ignoraba, porque no quería echar a perder
esa buena amistad que ambos compartían.
No tenía cabeza para nada, lo que había pasado anoche aún
lo sentía como una espantosa pesadilla. Ran no podía obligarle a Shinichi para
quererla, pero ya había llegado a un punto desesperado donde cada segundo era
como un delirio. Era hora del almuerzo, y Ran había clavado varias veces la
mirada sobre la mesa de Shinichi, quien se veía muy alegre en compañía de
Shiho. Pero algo había de raro: Aoko, Heiji y Makoto no estaban en la mesa.
Solo estaban Shinichi con Shiho ¿qué estaría pasando?
Saguru se había sentado en otra mesa, junto a sus
compañeros del salón; Ran, estaba sentada con los mismos de siempre: Sonoko,
Kaito y Kazuha. Pero el ambiente estaba muy tenso.
Y la rutina se seguía. Día a día, Shinichi y Ran
intercambiaban miradas, pero aún así, nadie parecía estar dispuesto a hacer las
pases con el otro. Shinichi lo había intentado al principio, pero nunca había
sido arrastrado ni nada por el estilo, así que dejó a Ran sola, cuando el
corazón de Ran lo único que quería era volver a hablar con él.
Kaito seguía luchando por el amor de Ran y ella sin darse
cuenta, iba aceptando ese hecho. Aoko siempre estuvo con Ran, de hecho había
cambiado radicalmente sus juntas con Shinichi para estar más tiempo con Ran,
Kazuha, Kaito y Sonoko. Heiji, era distinto, seguía siendo buen amigo de
Shinichi y de Ran a la vez. Solo eso había cambiado.
-¿Puedes creer que ese Kyogoku crea que yo soy una hijita
de papi?- preguntaba Sonoko, indignada. Poniendo su bandeja sobre la mesa donde
se encontraban Aoko, Kaito, Kazuha y Ran.
-Pues…- hablaban los cuatro chicos, en una voz aguda.
-Nada de eso es cierto. Me tiene envidia porque yo estoy
a la moda, y él no.- decía Sonoko, orgullosa de sí misma, mientras volteaba a
ver a Kyogoku a su mesa, viéndolo reír junto a Heiji.
-Hay Sonoko…- susurraba Aoko, sonriente como siempre, dándole
un mordisco a su mordida.
-¿Qué pasa Aoko? ¿Por qué tan risueña?- preguntaba
Sonoko, ingenuamente.
-¿Es que no es obvio? Es claro que entre ustedes dos hay
química, oculta, pero la hay.- respondía a Sonoko.
-Aoko, no todas las historias tratan siempre de amor.-
decía Kaito, en defensa de su amiga Sonoko.
-No lo sé… ahora que lo pienso…- hablaba Ran, mirando
pensativa hacia el cielo. –Harían linda pareja.
-¡¿Qué?!- preguntaban Sonoko y Kaito, exaltados.
-Oh vamos chicos, los opuestos se atraen y es obvio que
entre tú y Makoto hay varias diferencias.
-Pues si, pero…
-Pero nada Sonoko. ¿Por qué no aprendes de Kazuha que no
está enamorada de nadie?- preguntaba Ran en tono de broma, mirando a Kazuha,
quien miraba cautivamente a unas cuantas mesas más allá. Todos se habían dado
cuenta de aquella actitud. –Hey Kazuha, ¿no estarás enamorada, o si?-
preguntaba Ran, atenta.
-¡¿Qué?! ¡Claro que no!- respondía Kazuha, sonrojada.
-¿Qué estabas viendo?- preguntaba Sonoko, exasperante,
buscando el punto que Kazuha había estado mirando.
-¿A Makoto, también?- preguntaba Kaito, confuso. –Las chicas
de mi salón también andan suspirando por él, no es la gran cosa.
-Pues… no es feo.- respondió Aoko, como si nada.
-¿Qué no es feo? Es un típico chico que se hace el
interesante para que las chicas se enamoren de él. Y solo practica Karate, gran
cosa.- decía él, molesto y a la vez celoso. –No te enamores de él, es un imbécil.
-¡¿Cómo puedes decirle así?!- preguntaba Sonoko,
exaltada, levantándose de la silla, haciendo que todos la viesen. -¿Qué? ¿No
tienen nada más interesante que ver?- preguntaba ella a todos los de la cafetería.
-¿Acaso lo defiendes?- preguntó Ran, sorprendida. –Hace un
rato lo odiabas.
-No lo defiendo.- contestó avergonzada.
-Entonces, ¿cómo es que…?- preguntaba Ran, o eso
intentaba hasta que Sonoko la interrumpió.
-Pero que tarde es, me debo ir. ¡Nos vemos!- exclamaba
Sonoko, apurada, yéndose lejos de la mesa donde estaban sus amigos.
-Bueno… Kazuha y yo debemos ir a casa, nos vemos chicos.-
decía Ran, excusándose para dejar solos a Aoko y a Kaito.
-Bueno, creo que yo también me voy.- decía Aoko,
tranquila, tomando sus cosas.
-¿Quieres que te acompañe?- se ofrecía Kaito, sonriendo
encantado.
-Pues… Makoto ya se había ofrecido para eso. Encima tiene
auto.- contestó Aoko, sonriendo inocentemente, mientras Makoto llegaba detrás
de ella.
-¿Nos vamos Aoko?- preguntó él, con una amplia sonrisa
sobre su rostro.
-En un momento, espérame en el auto.- le ordenó y
rápidamente Makoto se había ido. Aoko volvió a mirar a Kaito, incómoda. –Nos
vemos mañana, cuídate.- se despedía Aoko, y se alejaba. Sin embargo, sin darse cuenta
Kaito se había aparecido delante de ella. -¿Cómo es que…?- preguntaba ella, sin
poder creerlo.
-Soy un buen mago. Pero necesito que me digas que no
estás colada por ese Kyogoku.- ordenaba él, firmemente.
-Pues… es un lindo chico, pero sé que él puede gustarle a
Sonoko, así que… estaré sola, por si te preocupó eso.- decía ella, dándole consuelo
con unas cuantas palmadas en el hombro. Caminó unos cuantos pasos para que
Kaito la volviese a seguir.
-No me preocupó eso, es solo que me preocupas… porque
eres mi amiga.
-Desde hace apenas unos días.- contestó ella, de
inmediato.
-Quiero dejarte algo claro, tú a mí no me gustas.- dijo
él.
-Lo sé, sé que te gusta Ran. Pero cálmate, yo tampoco
siento algo por ti.- dijo ella, seriamente.
-Sé que soy inalcanzable para ti.- contestó él orgulloso.
Kaito POV:
No habían pasado ni 10 minutos de haberle dicho eso, y
Aoko, la chica que todos creían dulce, me había golpeado. ¿Qué dije de malo? Sé
que muchas chicas andan detrás de mí, no sería una novedad si ella no lo
estuviera. Sin embargo, el hecho de que salga con Makoto, me preocupa un poco…
pero, ¿por qué? Solo he sociabilizado más con ella estos últimos días, nada
más. Para mí solo existe una chica en mi corazón, Ran Mouri, pero, ¿por qué
Aoko me preocupa tanto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario